Las cicatrices son el resultado visible del proceso de cicatrización de heridas, donde la piel normal es reemplazada por tejido fibroso. Este tejido cicatricial carece de las características de la piel no lesionada y puede causar deformidades funcionales y estéticas, incomodidad y estrés psicológico. Las cicatrices pueden provocar problemas físicos como picazón, sensibilidad o dolor, pero los aspectos psicológicos pueden ser más significativos, afectando la autoestima y la calidad de vida.
Las cicatrices se forman cuando la piel se repara después de una lesión. El proceso de cicatrización implica una serie de eventos fisiológicos complejos, incluyendo inflamación, proliferación y remodelación. Aunque las cicatrices no pueden eliminarse por completo, el tratamiento adecuado puede mejorar significativamente su apariencia y reducir los efectos secundarios. La gestión adecuada de las heridas quirúrgicas en el período postoperatorio es crucial para prevenir complicaciones como infecciones y la formación de cicatrices hipertróficas.
Las cicatrices hipertróficas y los queloides son tipos de cicatrices que resultan de una fibroproliferación excesiva dentro de las heridas. Estas cicatrices son elevadas y rígidas, y pueden causar picazón y dolor. Se estima que cada año alrededor de 100 millones de personas adquieren cicatrices después de cirugías, y aproximadamente el 15% tiene cicatrices excesivas o antiestéticas.
Las cicatrices pueden tener consecuencias físicas, estéticas, psicológicas y sociales desagradables. Los síntomas físicos incluyen picazón, rigidez, sensibilidad y dolor, mientras que los efectos psicosociales incluyen disminución de la autoestima, estigmatización, ansiedad y depresión. En el período postoperatorio inmediato, es importante mantener la humedad en la incisión, prevenir infecciones y disminuir la inflamación para asegurar una cicatrización adecuada.
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